El juego como una estrategia en el aula.
El juego es una actividad natural en los seres humanos. Cuando jugamos ponemos en práctica habilidades que nos ayudan a comprender el mundo y actuar sobre él. El juego nos permite explorar.
A través del juego, interactuamos con nuestro entorno de manera autónoma, ensayamos diversas soluciones, asumimos roles, nos relacionamos con otros, aprendemos a respetar normas, a regular nuestro comportamiento, etc. Es por ello que a través del juego nuestros niños y niñas se comunican, muestran lo que piensan y sienten, desarrollan sus habilidades físicas, su creatividad, su imaginación, su capacidad intelectual, sus habilidades sociales, afianzan su personalidad, transmiten sus valores culturales, emplean normas de conducta y al tiempo que desarrollan esto, gozan, se entretienen y son felices.
Muchas veces nos preocupamos por elegir el mejor juguete y nos angustiamos tratando de conseguirlo. Lo cierto es que nuestros hijos e hijas disfrutan de la experiencia que el juguete o el juego les ofrece más que del objeto en sí mismo. Recordemos cómo nos divertíamos de pequeños jugando con piedritas, sábanas, latas, chapitas y hasta palitos… ¡Cómo los usábamos para construir, transformar y crear! ¡Nuestra imaginación no tiene límites!
Jugar con nuestros hijos e hijas es importante y necesario. Nos permite conocerlos mejor, saber qué les gusta, qué tipo de intereses tienen, qué les divierte, cómo reaccionan a distintas experiencias, cómo comunican sus valores y formas de actuar, y mientras todo esto sucede, reforzamos nuestro vínculo con ellos y ellas.
¡Toda la familia compartiendo un rato de diversión es la mejor estrategia para combatir el estrés!
No perdamos la oportunidad de jugar. Los beneficios para nuestros hijos e hijas (y para nosotros) son grandes, pero más grande será aún la satisfacción de saber que al compartir tiempo juntos crecemos todos y somos más felices.